No es sencillo sacar conclusiones sobre el comportamiento de esta especie. Unido a su particular gusto por los movimientos suaves y silenciosos, los estudios más recientes lo sitúan también como el animal más prematuro en cuanto al enamoramiento.
Rara vez alzan el vuelo en solitario, sino en pequeños núcleos constituidos o en pareja. A los pocos meses, ya es posible observar relaciones entre dos, tres o hasta cuatro ejemplares. Se caracterizan por un sentimiento de protección extremo y por un detallismo constante hacia el otro o los otros: procurar alimentos, preparar nidos colectivos, limpieza de las alas y defensa ante otros animales por los que se sientan amenazados.
Es habitual ver a los osos enamorosos frotar los picos unos con otros (como si estuvieran besándose) desde muy temprana edad, con apenas dos meses de vida, aunque su despertar sexual no se produzca hasta pasado los tres años.
En lo que se refiere a la alimentación, se trata de una especie muy exigente en cuanto a la dieta y sobrevive únicamente a base de pequeñas cantidades diarias de semillas de cebada.